El documental explora la sexualidad de las personas con diversidad funcional. A través de seis historias se tratan diferentes temáticas. Incluyen la vivencia de la propia sexualidad, la vida en pareja, la prostitución o la asistencia sexual entre otras.
Yes, we fuck! (en español, ¡Sí, follamos!) es una película documental española dirigida por Antonio Centeno y Raúl de la Morena en 2015. El título parodia el famoso eslogan de la campaña presidencial de Barack Obama de 2008, Yes, we can.
El uso de imágenes sexuales explícitas pretende romper con la visión hegemónica que mantiene a las personas dependientes en un estado de infantilización permanente. Mostrando así que no sólo poseen cuerpos deseantes y pueden ser cuerpos deseables, sino que esos cuerpos pueden crear nuevos imaginarios políticos que redefinan. Desde el concepto de masculinidad hasta el de democracia.
La visión real de los deseos
La sexualidad es innata en todos los seres vivos ¿cómo alguien podría no ser sexual?. Todas las personas lo somos indiferentemente de la diversidad funcional que tengamos. Y por lo tanto tod@s deberíamos poder desarrollar este aspecto de la vida.
De las personas con diversidad funcional se piensa que su cuerpo no puede producir placer, que si tienen sexo, tendrán hijos. Y podrán transmitir de generación en generación la discapacidad. Se piensa que su sexualidad es más intensa, menos ajustada, más expuesta a peligros, más descontrolada. Las peores situaciones a las que se enfrentan las personas con discapacidad son la falta de respeto a su autonomía moral; no darles la oportunidad de desarrollar su sexualidad, ignorándola por completo; ridiculizarlos si expresan deseos amorosos o sexuales, someterlos a “juegos” de excitación; abusar de su cuerpo como consecuencia de la reclusión en la que viven. Y como el conjunto de la población, no tener acceso a una educación sexual liberadora.
Esa falta de educación sexual es lo que, hace imposible que las personas diversas construyan su dimensión de ser sexuado de forma distinta, particular; única y no por su pertenencia a una clase o colectivo. «No hablamos de una educación parcelaria que únicamente obedezca a fines ideológicos y que parte de la genitalidad y sus problemas; sino de una que facilite recursos para ser más críticos con las desinformaciones y deformaciones de la realidad sexuada; que no prescriba y proscriba conductas, estilos, modos y peculiaridades, y que sea coherente con la construcción que cada uno quiere hacer de su vivencia sexual. Una educación sexual, por tanto, para todos, no para casos especiales”. Una educación sexual para generar preguntas y no silencios.
Tod@s con sexualidad
Se va ganando visibilidad…. poco a poco conseguiremos también más claridad, distinguir entre el mundo de la terapia (surrogate), del acceso al propio cuerpo (asistencia sexual) y del acceso a otros cuerpos (acompañamiento íntimo y erótico, prostitución inclusiva), algo imprescindible para llegar a formular una propuesta política que convierta la asistencia sexual en un derecho con obligaciones concretas para los poderes públicos (financiación y derechos laborales). Follamos cómo, dónde y cuándo podemos.